El ejército en los centros educativos de los EEUU

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Oskar Castro

Cada año en los EEUU, millones de jóvenes se enfrentan con el difícil reto de pensar qué es lo que quieren hacer con sus vidas después de acabar la enseñanza secundaria. Por varios motivos, muchos de ellos terminan considerando alistarse en las Fuerzas Armadas de EEUU, pero tanto los que ingresan en el ejército como los que no, son todos bombardeados regularmente con propaganda de reclutamiento militar prácticamente desde que nacen. Ya sea en su televisión, en su ordenador, en una tienda de juguetes o en su clase, el señuelo para meterse en el ejército está por todas partes.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, EEUU emergió como un potencia militar debido al significativo papel desempeñado en el derrocamiento de la Alemania nazi, la Italia fascista y el Japón imperial. Entonces se materializó la Guerra Fría, lo cual significó que la amenaza percibida a través de la poderosa Unión Soviética tenía que ser afrontada con una demostración verosímil de fuerza. La maquinaria de la propaganda militar se amplió y la antaño nación neutral era ahora una monstruosidad militarista con un imparable complejo militar-industrial beneficiándose con el miedo.

El creciente fervor militarista en los EEUU dio alas a los esfuerzos por pintar al ejército como la única defensa de la nación frente al comunismo. De hecho, este duelo ideológico con la Unión Soviética proporcionó oportunidades al ejército de EEUU para hacer guerras por delegación en campos de batalla que emergían en Corea y el Sureste asiático. Los escolares eran constantemente expuestos a la propaganda patriótica promilitar dirigida a asegurar el apoyo a las guerras en las que estaban implicados los EEUU, y docilidad frente a la conscripción. Poco después del final de la guerra de Vietnam terminó la conscripción en los EEUU. Esto significaba que el ejército era ahora una fuerza “totalmente de voluntarios”. Sin la conscripción, el ejército tuvo que embarcarse en una campaña para reclutar a los jóvenes de maneras que no había tenido que hacer antes.

Podría decirse que la mejor y más inmediata manera que tenía el ejército de EEUU para usar los centros públicos de enseñanza secundaria como instituciones que nutrieran sus filas era mediante la administración de los Tests de Aptitud Vocacional para la Fuerzas Armadas (Armed Services Vocational Aptitude Battery -ASVAB), los cuales debe aprobar todo aspirante a soldados antes de seguir con su proceso de alistamiento. Más de 14.000 centros educativos a escala nacional dieron el test a sus alumnps, y el test está diseñado para determinar si el aspirante está capacitado para el ejército, y también cuáles son las tareas militares que mejor se ajustan a sus aptitudes. El ejército afirma que el test ayudará a los jóvenes a elegir una carrera civil aunque no sea eso para lo que está diseñado. La “transferibilidad” es lo que se usa para pintar el ASVAB como una herramienta de orientación laboral multipropósito que se da a las escuelas gratuitamente.

El ejército usa el ASVAB para hacer reclutamiento selectivo de jóvenes, y los reclutadores militares prestan atención especial a los alumnos de 11º y 12º grado que cumplen los estándares mínimos -a los que se refieren como “líderes pregraduados”. Utilizan información del test (puntuaciones, nombre, dirección, etc.) para identificar y llegar directamente a los jóvenes que piensan que se alistarán. Usando los datos recogidos, los reclutadores contactan a estos jóvenes por carta, teléfono y visitas a su casa o su clase. Desgraciadamente muchos menores de edad que hacen el test no son informados de que el test es voluntario, y son engañados a menudo para que firmen las renuncias en materia de privacidad que solamente sus padres pueden legalmente autorizar., lo cual quiere decir que muchos padres en realidad no llegan a saber nunca que sus hijos han hecho el test.

Otra manera que usa el ejército de EEUU para reclutar a jóvenes es mediante su Entrenamiento de Oficiales de la Reserva Juvenil (Junior Reserve Officer Training – JROTC), programa que puede hallarse en centros públicos de todo el país. El JRTOC se puso en marcha como un programa de disponibilidad dirigido al esfuerzo bélico de los EEUU en la Primera Guerra Mundial. El programa iba dirigido a formar a varones jóvenes que estuvieran en la enseñanza secundaria de cara a la posibilidad de encontrarse en un contexto militar. En el entorno actual -y a pesar de las afirmaciones de que se trata simplemente de un programa de disciplina, liderazgo y formación de la ciudadanía- el programa se usa todavía para reclutar las mentes y los corazones. El programa implica que los jóvenes tienen que asistir a clases en uniforme militar, aprender ciencia y disciplina militar enseñadas por oficiales retirados. Algunos programas incluyen incluso prácticas de puntería usando armas. El ex Secretario de Defensa, William Cohen, que sirvió en la administración Clinton, ha sido citado diciendo del JRTOC que es “uno de los mejores dispositivos de reclutamiento que se podría tener”. Otro alto funcionario del Departamento de Defensa admitió que el número de los que pasan por el JRTOC y después se alistan es “más o menos 5 veces mayor que lo que no pasan por el JTROC”. A pesar de este tipo de reconocimientos por parte de altos funcionarios, el ejército y otros defensores del programa continúan diciendo que el JRTOC no es una herramienta de reclutamiento para el ejército.

Cuando la conscripción militar acabó en 1970 sucedió en un periodo en que la percepción del ejército estaba en mínimos históricos, debido a su discutible intervención en el Sureste de Asia. Cuando el ejército se transformó en una fuerza compuesta totalmente de voluntarios, se dio cuenta de que por sí mismo no iba a poder lavar su imagen, y tácticamente contrató a empresas de relaciones públicas de Madison Avenue para ayudarle a elaborar cómo deberían publicitarse las diferentes ramas del servicio militar para reclutar gente joven. Con el tiempo, ha matizado su enfoque y ha intentado ponerse al día mientras la tecnología y los medios evolucionaban rápidamente en los últimos 40 años. Una de las maneras más interesantes y moralmente discutibles en que el ejército de EEUU se vende a los jóvenes, es a través de los videojuegos. Durante muchos años, el ejército ha ayudado a desarrolladores profesionales de videojuegos en la creación de juegos “tiradores en primera persona” que tiene un tema basado en la guerra. DE hecho, el ejército ha estado usando simulaciones generadas por ordenador desde finales de los '70 para entrenar a sus miembros, y los desarrolladores que han creado juegos como “Modern Warfare”, “Call of Duty”, “Ghost Recon”, y “Project Flashpoint” han usado a asesores militares retirados y en activo para ayudarles a añadir un nivel de autenticidad a los juegos que los desarrolladores sin experiencia militar no podrían crear por sí mismos. Recientemente, el ejército de los Estados Unidos gastó millones de dólares en desarrollar “America’s Army” para PC colaboración con el gigante del software Ubisoft.

Inicialmente este juego se difundió gratuitamente vía descargas a través de servidores y con CD-ROM proporcionados por los reclutadores militares. Fue diseñado no sólo para capturar la información del potencial “jugador”, sino también para registrar su destreza mientras jugaban en un universo multijugador, de manera que podría darse un reclutamiento selectivo. El juego está ahora disponible para Xbox y puede adquirirse en la grandes cadenas de venta de videojuegos.

Mientras que este fenómeno de los videojuegos puede no parecer estar relacionado explícitamente con el reclutamiento sobre el terreno de la juventud en edad de enseñanza secundaria, es algo que un reclutador del ejército tendrá en su maleta de trucos cuando visita el campus de un instituto. Hay veces, sin embargo, en las que el ejército echa a rodar una flota de camiones de 18 ruedas que se transforman en grandes almacenes móviles, equipados con diferentes videojuegos bélicos y simuladores de armas con los que se permite jugar a los niños. A veces esos vehículos acaban en los campus de los institutos y no es extraño que otros vehículos militares, como los helicópteros Blackhawk, visiten los institutos y se lleven a una juventud impresionable a dar un alegre paseo lleno de sabor militar.

Con más de 4.000 millones de dólares gastados cada año para posibilitar éstos y otros tipos de prácticas de reclutamiento militar en y alrededor de los institutos, puede que nos resulte inevitable pensar que esta invasión se desarrolla sin freno ni cuestionamiento. La realidad es que uno de los movimientos que más rápido está creciendo es el de contrarreclutamiento/”verdad en el reclutamiento”, que recibió un espaldarazo al comienzo de la invasión de Iraq. Aunque este movimiento empezó a finales de los '80, ha habido que esperar hasta hace poco para ver cómo miles de personas en los EEUU y cientos de organizaciones han empezado a asumir este tipo de activismo para asegurarse de que los jóvenes no son captados usando tácticas engañosas. Para más información y para conocer más sobre este siempre creciente movimiento se puede visitar www.nnomy.org.

Origen: http://www.wri-irg.org/es/node/12720

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