Crítica al reclutamiento militar y a la militarización desde una perspectiva queer y de género

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Andreas Speck

El ejército utiliza el tema de la igualdad en sus campañas de reclutamiento, a menudo dirigidas a los jóvenes. Dado que son más numerosos los jóvenes que se topan con estas campañas de reclutamiento que los que se alistan en las fuerzas armadas, el efecto de esta forma de presentar las cosas es amplio. Escribo esto desde el punto de vista de un hombre gay que, a pesar de no estar muy involucrado en el movimiento queer, me identifico más con los conceptos queer que con la identidad gay. Esto se debe, en parte, a mi propia experiencia con la comunidad gay, en la que el deseo de ser “normal” y “aceptado” es común: esto implica aceptar nuestra sociedad militarista tal y como es. Como antimilitarista, anarquista y feminista, a menudo me siento incómodo con esto.

Sin embargo, a veces tengo la sensación de que el movimiento antimilitarista no acoge muy bien a las personas queer, y a pesar de que no he experimentado una homofobia abierta, creo que existe una suposición –al menos por parte de los hombres– de que uno es hétero. La sexualidad no se considera un aspecto importante en la lucha contra el militarismo, pero yo sí creo que lo es.

Militarismo, masculinidad y heteronormatividad

Es obvio que el militarismo y esa masculinidad están íntimamente relacionados, y no sólo porque los soldados son principalmente hombres. Sin embargo, quiero destacar algunos puntos pertinentes. En primer lugar, aunque el ejército es una institución claramente masculina, no significa que exista una única forma de masculinidad. Cualquier ejército moderno requerirá distintas formas de masculinidad militar, aunque no estén valoradas ni reconocidas por igual por el público. Las formas dominantes – o hegemónicas − de masculinidad militar probablemente sigan siendo parecidas a la imagen del guerrero Rambo. Ésta está asociada principalmente a las tropas de combate terrestres, a pesar de que pueden constituir una minoría dentro del ejército. Sin embargo, otras formas de masculinidad militar basadas en la tecnología están jugando un papel cada vez más importante.

En segundo lugar, la imagen pública de todas esas masculinidades es heterosexual. Incluso los ejércitos que permiten a los queer servir en sus filas, se presentan ante la prensa convencional como héteros.

Género, sexualidad y reclutamiento

Cuando hablamos sobre el reclutamiento militar, es importante hacerlo desde un punto de vista queer y de género. Esto no significa sólo ser consciente de los esfuerzos del ejército por reclutar mujeres, personas queer y otras minorías; también debemos tener en cuenta cómo, en sus esfuerzos por reclutar, el ejército utiliza la idea del género y de la sexualidad y cómo, al mismo tiempo, contribuye a la construcción social del género y la sexualidad. El ejército no se limita a utilizar algunas imágenes de masculinidad para atraer a ciertas clases de hombres: también determina la masculinidad y contribuye a nueva representación frecuente del patriarcado y del heterosexismo.

Según la investigadora Melissa T. Brown, el ejército americano todavía utiliza principalmente la masculinidad a la hora de reclutar, utilizando varios tipos de masculinidad, que incluyen tanto los modelos transformados, que están ganando terreno en el sector civil, como las formas del guerrero tradicional que pueden llamar la atención de aquellos que se sienten amenazados por los cambios y que buscan un refugio. Brown señala que los marines en particular continúan confiando en la imagen del guerrero tradicional, pero que otras organizaciones militares también siguen enfatizando los atributos masculinos, incluso cuando recurren a los beneficios económicos para atraer reclutas: “la clase de trabajos con los que un hombre puede construir un mundo por sí mismo”, no una mujer. Parece que la situación en el Reino Unido es similar.

 Mientras que en la mayoría de los países el servicio militar obligatorio era o es (con la excepción de Israel y de Eritrea), sólo de hombres, las plazas voluntarias en las fuerzas armadas están a menudo abiertas a las mujeres. Pero esto no significa que el ejército se presente a sí mismo como menos masculino. Como señala Brown:

El final del servicio militar obligatorio masculino hizo menos automática la relación entre la masculinidad y el servicio militar, y, teóricamente, el ejército podría haber intentado la igualdad de género en el servicio militar a la hora de reclutar mano de obra,

pero en lugar de esto, ha vuelto a forjar el vínculo construyendo la masculinidad en torno a modelos tradicionales relacionados con la figura del guerrero y otras alternativas”.

Las mujeres raramente aparecen en los anuncios de reclutamiento. Y normalmente, aparecen representadas en diferentes papeles: sólo se les ofrece un acceso limitado a las características y experiencias generalmente asociadas a los hombres, como probarse a uno mismo, experimentar la aventura y tener una carrera. Los intentos del ejército por reclutar a mujeres y queers se debe principalmente a dos motivos: la escasez de alistamientos – aunque menos en el clima económico actual- y por la presión política exterior de la sociedad civil. En muy pocos países, se tuvo que luchar en los tribunales por el acceso de mujeres y queers. Y el ejército sólo aceptó la igualdad de oportunidades tras perder la batalla legal, pero sin un cambio de fondo.

Tengo mis dudas sobre hasta qué punto el compromiso del ejército con el colectivo queer -por ejemplo, su presencia en los eventos del orgullo gay-, se debe realmente a motivos de reclutamiento o si tiene que ver más, por un lado, con militarizar al colectivo queer por medio de la aceptación del militarismo y del recurso de las soluciones militares o, por otro lado, mostrar una moderna imagen pública del ejército en un país democrático. El segundo objetivo está íntimamente relacionado con cómo el “fundamentalismo musulmán” se presenta como la principal amenaza y enemigo: forma parte de la propaganda antimusulmana, más que un reflejo de una auténtica y abierta aceptación de las mujeres y queers.

Realidad militar

El mundo que pintan los anuncios publicitarios y la propaganda militar tiene que ser contrastado con la realidad de la vida en el ejército. Los anuncios de reclutamiento están diseñados para captar gente para alistarse, pero todos sabemos que la publicidad no muestra una imagen completa. Hay muchos aspectos de la publicidad de reclutamiento que se alejan de la realidad. Y es importante señalar estas discrepancias.

Homofobia y acoso sexual

Existen informes sobre homofobia en las fuerzas armadas de muchos países en los que se han llevado a cabo estudios, incluso en aquellos que permiten el alistamiento de gays y lesbianas,. En 2010, el Defensor del Bundeswehr alemán declaró en su informe anual que había vuelto a recibir quejas de soldados que fueron discriminados por su orientación sexual. En el ejército canadiense, según informes recientes, la homofobia con bullying no es frecuente, pero la gente no lo denuncia a menos que cree un ambiente tóxico o suponga una seria amenaza. Aunque salir del armario no plantea problemas legales en esos países, a nadie se le anima a hacerlo en un entorno predominantemente masculino y hétero. Por tanto, no se acepta la diversidad y la sexualidad se considera un “asunto privado”. Existen indicios similares de esto en muchos otros países de todo el mundo, tanto si permiten el alistamiento de lesbianas o gays como si no.

Como señala la investigadora Victoria Basham con respecto al ejército británico, “privatizar la homosexualidad refuerza la cultura heterosexista que hizo posible la prevalencia de la política anterior (prohibición de gays y lesbianas en el ejército)".

El acoso sexual a mujeres está muy extendido en el ejército británico. Un estudio llevado a cabo durante tres años por la Comisión de Igualdad de Oportunidades y el Ministerio de Defensa, reveló que un 99% de mujeres del ejército habían estado expuestas al acoso sexual y un 67% dijo haberlo sufrido directamente. En el 49% de los casos denunciados, el acoso duró más de dos meses; y en un 23%, la víctima lo sufrió durante más de doce meses. Esto no parece haber cambiado desde entonces. En una carta escrita en octubre de 2012, que el comandante general de alto rango John Lorimer dirige al adjunto del teniente general Gerry Berragan, Lorimer hace un resumen de sus opiniones sobre igualdad y diversidad en el ejército después de haber hablado con 6000 empleados del ejército. El comandante general Lorimer declara que “cada mujer oficial u de otro rango con la que mi comandante sargento habló, afirma haber sido sometida a una atención sexual indeseada."

Según cifras oficiales, en el ejército americano un 4,4% de mujeres sufrieron un “contacto sexual indeseado”: violación o agresión sexual. Sin embargo, un estudio de 2003 sobre mujeres que solicitaron atención médica en la administración de veteranos desde el período comprendido entre la guerra de Vietnam hasta la primera Guerra del Golfo (1990-1) reveló que casi una de cada tres mujeres fue violada mientras servía – casi el doble del índice de violación en una sociedad civil general – y que ocho de cada diez habían sido acosadas sexualmente.

Estas estadísticas no muestran el trauma ni las consecuencias a largo plazo de los supervivientes del acoso, agresión o violación sexual.

El investigador canadiense Gary Kinsman dice que la estructura y los principios básicos del ejército están en la raíz de las actitudes heterosexistas: el ejército ha sido históricamente una institución dominada por los hombres, jerarquizada y “masculinista”. Afirma que una de las consecuencias de la actitud masculinista es la asociación de la sexualidad masculina con la hostilidad extrema, especialmente hacia aquellos hombres y mujeres que no encajan, entre ellos gays y lesbianas: “En realidad, estamos hablando de situaciones muy peligrosas para las mujeres en general, pero también para cualquiera identificado públicamente como homosexual, tanto si lo es como si no. El acoso sexual en el ejército sirve para un fin: mostrar a las mujeres que no pertenecen a una institución masculina.

Novatadas

Otra parte de la realidad masculinista del ejército son las novatadas a los reclutas, a menudo bullying y abusos, que forman parte de la iniciación, pero que pueden llegar a ser mucho peores. Mientras que las novatadas suelen relacionarse con Europa del Este o con ejércitos de la antigua Unión Soviética, donde verdaderamente la magnitud del problema es mayor, también prevalece en fuerzas armadas occidentales. Un estudio noruego reveló que un 22% de los soldados habían sido vejados y que el 19% había realizado vejaciones a otros. Las novatadas son comunes en el ejército británico, tal y como pusieron de relieve varios escándalos en los últimos años. Un estudio de 2003 reveló que para el 43% de los encuestados el bullying era un problema y el 5% había sido víctima de éste.

Sin embargo, las novatadas no son un simple bullying. Forman parte de ritos de iniciación de regimiento o, como la investigadora Hana Cervinkova lo expresó en el artículo de los reclutas checos: “un rito de iniciación que incluye violencia física y psicológica perpetrada por reclutas veteranos a los principiantes y la humillación de aquellos que se iniciaban: su feminización, con violencia sexualizada y abuso."

Las novatadas van juntas con la masculinidad. Como señala la investigadora Elizabeth Allan:

"Cuantos más chicos teman ser etiquetados de blandengues, más probable será que participen en actividades vejatorias peligrosas que incluso pueden poner en riesgo la vida… La construcción social predominante de la masculinidad y la homofobia trabajan conjuntamente para crear un clima en el que puedan tolerarse la violencia y las humillantes novatadas, e incluso considerarlas beneficiosas para los chicos jóvenes”.

Conclusión

A pesar de todas las charlas del ejército sobre igualdad y la inclusión de mujeres y queers, continúa siendo una institución esencialmente masculina. Lejos de aceptar la diversidad, continúa promocionándose como un mundo de hombres.

Sin embargo, pueden combatirse las masculinidades militarizadas y la explotación de las charlas sobre igualdad por parte del ejército con el fin de llegar a mujeres y a las minorías sexuales. El desafío consiste en reconocer y condenar la discriminación de mujeres, personas queer y otras minorías en la realidad del ejército, sin caer en la trampa de proponer una reforma en el ejército en lugar de su eliminación.

Es importante volver a las raíces de la liberación queer, que no tuvo que ver con la igualdad dentro de un sistema patriarcal y militarista, sino con un cambio radical y fundamental en nuestra sociedad. Algo se perdió cuando las cuestiones de género y diversidad sexual se desmarginalizaron y se adoptó el discurso de la igualdad; necesitamos reivindicar ese algo. Nuestra lucha queer es una lucha contra todos los tipos de estructuras de poder que nos empujan hacia normas de las que el ejército es su mayor infractor.

Origen: http://www.wri-irg.org/es/node/23366

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