Junior Nzita, ex niño soldado: derrota al mal con el bien
La fundación “die schwelle” en Bremen, Alemania, ha declarado a Junior Nzita uno de sus galardonados con el Premio de Paz de Bremen. Nzita es un ex niño soldado en la República Democrática del Congo (RDC) y hoy es embajador honorario de la ONU para el tema de los niños soldados. Fue propuesto para el Peace Price por la rama alemana de la International Fellowship of Reconciliation (FOR). El Precio existe desde 2003 y está dotado de 5000.- Euros.
Junior Nzita fue secuestrado a la edad de doce años junto con otros compañeros de su escuela y fue forzado por grupos rebeldes a participar en las guerras civiles de su país como un niño soldado. Desde aquellos tiempos él aún sigue tremendamente traumatizado y sufre de trastornos severos de sueño. “A pesar de las interminables experiencias dolorosas, Junior logra encontrar la fuerza para dar esperanza a los demás y ponerse de pie de manera tan comprometida y valiente por este tema”, dice Samya Korff de la dirección de la FOR. Bajo el mandato de un programa de la ONU, Junior fue desmovilizado en 2006. En 2010 fundó la organización “Paix pour l’enfance” en Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo, para integrar a los niños, que se han convertido en huérfanos debido a la lucha armada, a nuevas familias y ofrecerles educación escolar y una perspectiva futura. Hoy se compromete como embajador honorario de las Naciones Unidas para la abolición mundial del reclutamiento de niños como soldados. Debido a estas actividades, tuvo que abandonar su país en 2015 y solicitar asilo.
En una gira de conferencias por Alemania, Junior Nzita fue invitado a muchas escuelas y comunidades de la iglesia. “Fue fascinante ver cómo Junior se puso en conversación con los jóvenes y los sensibilizó por los impactos de la exportación de armas y las guerras”, dice Samya Korff. “Por eso estamos muy contentos con este premio”.
He aquí una entrevista que hemos hecho a Junior Nzita.
Pressenza: ¿Qué significa este premio para usted?
Junior Nzita: Para mí, este premio significa que se escucha el mensaje que trato de transmitir en estos momentos, acerca de las atrocidades contra los derechos del niño en general y especialmente el reclutamiento en el ejército y en grupos armados. Es un gran honor para mí y los socios que me apoyan. Para el tipo de labor que estoy haciendo, este premio también significa un gran aprecio por ello y me anima a ir más lejos y hacer aún más. Mi infancia fue robada y dediqué toda mi juventud para evitar que sucediera a otros lo que me había sucedido, y para prevalezca que la paz.
P: Te has visto obligado a ser un soldado de los doce a los veintidós años. ¿Qué es lo que permanece en tu alma de este tiempo y cómo te reconciliaste con lo que pasó?
J: Me secuestraron y me obligaron a la edad de doce años a unirme al ejército. Viví diez años en un martirio y lo que queda en mi mente es el trauma del mal trato que sufrí. Muy temprano me sacaron de las manos de mis maestros y familiares para enseñarme cómo destruir la sociedad. A la edad de doce años aprendí a disparar, a robar y a matar, a destruir pozos, hospitales, escuelas y a la naturaleza… Para reconciliarme con todas estas atrocidades, tenía dos posibilidades. La primera: seguir viviendo como víctima, lo que habría significado vengarme con armas, quedar atrapado por drogas o suicidarme, como lo han hecho muchos de mis antiguos compañeros en el ejército. La segunda posibilidad era, a pesar de todas estas atrocidades que me comprometieron con las armas que nos dieron, a perdonarme y a entender que éramos niños que fueron forzados por los asesinos, por los adultos. Y para mantener la esperanza de un futuro mejor en el que hablaremos de un mundo sin niños soldados.
Lo que arde en mi corazón es la lección que la vida me ha enseñado: El ser humano no es más que un animal cuando no logra sus ambiciosos objetivos. Debido a esta incapacidad alcanza un punto en el que no considera al otro como igual. Una de las consecuencias es que abusará de los niños como carde de cañón para lograr sus ambiciones fallidas.
P: Usted se dedica mucho a proteger a otros niños para que no tengan el mismo destino. ¿Qué cree que podría hacer la ONU o Alemania u otros actores externos para prevenir el abuso de niños como soldados? ¿O qué medidas efectivas se hacen ya?
J: Nuestra desmovilización no fue fácil. La intervención de las Naciones Unidas, la Unión Europea, la sociedad civil y la comunidad internacional fue necesaria para que nuestro gobierno aceptara desmovilizarnos, para sacarnos del ejército. Alemania fue uno de los países que financiaron el proceso de desmovilización y resocialización. Actualmente, las Naciones Unidas han puesto en marcha un plan de acción para poner fin al abuso de los niños como soldados. Varios países han suscrito este plan, pero todavía queda mucho por hacer porque los países no sólo deben ratificar sino también respetar los acuerdos. Eso significa crear un buen ambiente diplomático, económico y social y respetar la democracia, para evitar un golpe de estado o una rebelión. Las Naciones Unidas y Alemania deben seguir apoyando la formación y el fortalecimiento de la democracia. Deben desarrollar mecanismos para prevenir la venta de armas a países del Tercer Mundo donde los niños son abusados como carne de cañón.
Pueden también contribuir a impedir que los niños sean víctimas del reclutamiento presionando a los responsables políticos, a los países industrializados y a los jefes de ciertas empresas multinacionales que están implicados de una u otra manera en el financiamiento de las guerras – guerras que facilitan la privación organizada de recursos de los países subdesarrollados. Especialmente quiero mencionar las siguientes opciones: La prohibición de la compra de metales de países en guerra; presión sobre los responsables políticos y la sociedad civil para que construyan un sistema de gobierno en el que la población participe en decisiones importantes como la distribución de los recursos para mejorar su bienestar; todas las autoridades y personas que participan en el reclutamiento de niños en grupos armados deben ser llevados a la justicia ante la Corte Penal Internacional.
P: ¿Cómo está la situación hoy en la RDC?
J: Hay una crisis política y las tensiones crecen día a día por falta de respeto al proceso electoral. En esta situación se forman varios grupos armados. Desafortunadamente son los niños y las mujeres los que pagan el precio. Los niños porque son secuestrados y las mujeres son violadas.
La situación actual en la República Democrática del Congo es comparable a un hombre que se sumerge en la Nada… como un tren que va en una dirección y de repente los que son responsables del mantenimiento de los carriles deciden quitarlos para el resto del camino, mientras que el tren sigue acelerando. ¡Imagina las consecuencias!
P: ¿De dónde sacas tu fuerza?
J: Hasta hoy veo ante mí al Junior de doce años que fue secuestrado, porque todavía hay niños soldados. Cuando fui secuestrado había un camarada que, antes de morir, me pidió que cuidara a su hijo. Todo esto me dio fuerza y coraje para crear la ONG “Paix pour l’enfance”, donde 140 niños reciben educación y protección. Mi trabajo y el apoyo de los niños es una posibilidad para mí para mostrar el amor al Junior de los doce años y para protegerlo de los desastres de guerra que vivió.
Es la “dictadura” del amor que me ordena derrotar al mal con el bien, y nunca me canso de sembrar las semillas del amor en los corazones de mis semejantes, que el destino está haciendo cruzar mi camino, para que perciban los frutos del amor en su interior y los lleven a los demás.
Este es un articulo de Johanna Heuveling publicado en Pressenza el 6 de agosto de 2017.
Foto: Versöhnungsbund
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